Pale, cold ice
Through the dawn
‘Til the dusk
She went on her way
Severely looking
At anyone
Who dared to see
Her hips from side
To side
Sway.
Secret for most everyone
But few men
Among them, me
Is that at nightfall
The blessed virgin
She sought to be
Was nothing more
Than a hungry
Flesh-eating whore
Running through the woods
Herself made up
From the trees
That grew
When she gently
Watered
Their seed.
And she ran
Just to be caught
So the men could
Feed
From her
And they could
Feed
Her
The man inside
In an ecstatic orgy
Side by side.
And when the sun
Came by
No one would complain
Only broken lovers
Discovering
Her burning
Filthy
Remains.
You came with the southern lights Joy so distant Yet so bright And with the touch of your skin We set fire to the ice Burning my grey And dull life.
I was the coldest man Locked in my castle You were the sweet charm That would live with me And to each other we’d envassal.
Austral prince My Antarctic heart We didn’t know our story Was over before it could start.
But for three moons I was glorious enough I was the King of Winter And you were my love.
And if the future shall make For our paths to cross again You must know your throne Remains the same Hoping for its sovereign to return To the new-found warmth Of my reign.
In the sky shines a light
A little star, yet so bright
That one day left the Earth with his might
So no one else would give up the fight
And up there he hope’s everything will be alright
‘Cause there’s always dawn after the night.
After the night is dead
And before the light comes upon us
In between the sheets of your bed
And the shadows of our past
I’ll take one last glance at your face
And softly touch your back
For when my clothes I put on
While you remain close-eyed
From your room I’ll be gone
Though we’ve got nothing to hide
And as much as I’d want you to
Once you woke up
You won’t remember my name
And I’ll never be back.
No me ames
con amor de madre
eterna y universal
ni con ternuras de infancia
No me ames
con ardiente paciencia
como aman las mujeres
esperando al soldado de la guerra
No, no me ames
como vasallo a su señor
ni con religioso éxtasis
como aman a reyes y santos
con lejanía y frialdad
con absoluta esperanza y devoción
No lo hagas
No me ames
como aman las olas
con eterno movimiento y brío
pues yo seré la luna
y tú el mar
por las noches
oscuras
reflejando a la distancia mi brillo
sin poder alcanzarme jamás
por siglos y siglos
jamás
No me ames
con dulzura empalagosa
No me ames
como aman las flores la primavera
ni como perfume de sándalo
intoxicándome
sino como brisa marina
fría y refrescante
No me ames
como estatua de sal
ni como buena esposa
Ámame impetuosa
fugitiva y errante
furtiva
Como aman los amantes
que no se olvidan
del amor.
New York desde siempre ha sido una ciudad que me ha fascinado. Nunca he estado allí, tal vez no la visite hasta en unos varios años más, pero no me importa. Aún estando a miles y miles de kilómetros, la Ciudad logra transmitir una vibra especial.
Ya sea alimentada a través de los años por los distintos medios de comunicación, series, películas y demases, o sólo en base a si misma, New York tiene ese algo. Es una ciudad que vibra en cultura, desde el teatro, museos, exposiciones, arquitectura (el edificio Chrysler debe ser uno de mis favoritos) hasta las más diversas formas de arte callejero. ¡Cuántos artistas han salido de las calles de New York! Desde Warhol hasta Madonna y el refrito de ambos, Lady Gaga.
Hace un par de meses ya había publicado otra referencia a New York, alguna tal vez más nocturna y lúgubre, de la mano de Cat Power. Ahora pienso nuevamente en la ciudad al escuchar Empire State of Mind Pt. II Broken Down de Alicia Keys (que no es más que su versión de la canción interpretada junto a Jay-Z, pero sin el rapero, lo que agradezco profundamente!), de su más reciente álbum The Element of Freedom.
Se trata de una New York parecida a la de Cat Power, pero quizás más diurna si se quiere, más esperanzadora. Porque si en la anterior la ciudad nunca paraba y pasaba por el lado sin mirar a nadie, ahora la ciudad sigue sin parar, pero siempre empujando hacia adelante.
Sin dejar de avanzar.
La noche abre sentidos. Se supone que es cuando todo se apaga, sin embargo, lo más oculto florece. Dicen que de noche, todos los gatos son negros… No lo creo así: de noche, todos nos pintamos de negro y salimos a recorrer.
Les dejo este recorrido nocturno, sensual y callejero junto a Cat Power por las calles de New York, una excelente versión del clásico de Frank Sinatra extraída de su disco Jukebox.
Muchas cosas pasan de noche.
De hecho, creo que las mejores cosas pasan de noche.
En particular, esta noche no pasa nada especial, se supone que termino un par de cosas para la u… pero prefiero imaginar que otras grandes cosas pasarán.
Les dejo la canción No One Sleeps When I’m Awake de los suecos The Sounds. Me recuerda a las grandes cosas que pasan de noche…
[Sur]Real! 